Creo no equivocarme, al afirmar que para todos los humoristas que por aquí transitan, la figura y el genio de Roberto Fontanarrosa son un ejemplo a seguir ;la inspiración constante para facturar un chiste, un norte en los furiosos mares del humor gráfico . Personalmente, descubrí su obra en los ochentas con Sperman, Semblanzas Deportivas y sus entrañables Boggie el aceitoso e Inodoro Pereira, recuerdo que leía minuciosamente sus historietas, analizaba su estructura narrativa, sus remates, que casi siempre eran una frase tirada al aire por un personaje que caminaba como huyendo del cuadro, obviamente que intenté imitar ese despliegue de recursos, obviamente también entendí que la admiración respetuosa y la cita eran una cosa, y la copia flagrante otra completamente distinta.
Ahora que Roberto se fue, hacemos disquisiciones melancólicas y nos queda la escondida satisfacción que por ahí, en algún lugar un joven humorista vuelve a revisar su obra, e intentar descubrir nuevamente el secreto del chiste perfecto, la mecánica del remate certero
y la pasión, la pasión inexplicable que hace latir fuertemente, humorísticamente el corazón de los grandes.
¡Que lo parió!, Christiano.